Era una noche muy fría en mi ciudad, no tenía a donde ir pues mis estudios de medicina requerían que estuviera en la sala de autopsias hasta muy tarde, pero justamente esa noche me sentí muy cansado, no sé por qué, pero no reparé en ello; así que decidí guardar mis instrumentos y salir de la universidad. Cabe decir que los dormitorios estaban algo retirados, por lo que decido acortar por un camino que llevaba hacia una pequeña plaza que, como era de suponer, estaba poco transitada por ser ya las once de la noche. Caminé viendo los grandes borbotones de humo blanco que salían de mi boca debido al frío, hasta que por fin, llegué a las camineras rodeadas de una fina capa de nieve. Nunca me gustó mucho este lugar, pero quedaba justo detrás de los dormitorios, por lo cual tomé la poca valentía que me quedaba y apreté el paso hasta encontrarme a la mitad de la plaza. Ya en aquel punto del trayecto, empecé a escuchar como unos pasos rápidos a mis espaldas, por lo que me volteo instintivamente para ver de que se trataba. En efecto, ahí estaba una figura de mi misma altura, con una forma delgada y ensombrecida que solo se encontraba estático frente a mí, aparentemente mirándome. - ¡Hola! - Le grité para llamar su atención, pero parecía que no me entendía. Solo estaba ahí parado frente a mí.

Algo desconcertado, seguí mi camino ignorando a esta "persona", pero justo cuando dí los primeros pasos, vuelvo a escuchar los pasos rápidos y cuando me volteo nuevamente, la misma figura rígida estaba ahí, mirándome, pero esta vez, más cerca de mi persona. En eso, decido caminar de espaldas para ver si de esa manera volvía a seguirme, pero nada sucedía. Ya aterrado, pensé en voltearme y salir corriendo, hasta que me dí cuenta de que, con aquel frío, de mi boca seguían saliendo borbotones de humo blanco … pero de aquel ser, no salía nada. Me dí la vuelta con lentitud y salí corriendo, cuando de pronto escuché los pasos de aquel ser yendo cada vez más rápido. Corrí lo más rápido que pude hasta el punto de que ya ni siquiera volteaba hacia atrás, solo seguía corriendo con un escalofrío penetrante en mi espalda. En eso, divisé las puertas del dormitorio a lo lejos, por lo que aceleré el paso como pude mientras sentía que la figura ya estaba encima de mí. Rápidamente abrí las puertas del dormitorio sin siquiera mirar si estaba detrás de mí o no, cerrando bien la entrada y saliendo disparado hasta mi habitación. Ya una vez dentro, hiperventilado y bastante aterrado, decido recostarme en mi cama dándome cuenta de lo agotado que estaba, sin tener idea de lo que acababa de ocurrir. De repente di media vuelta hacia la pared para sentir más comodidad, y vuelvo a escuchar con un horror indescriptible aquellos pasos rápidos, pero esta vez… venían de mi propia habitación.